vía La Ciudad Viva de Manu Fernandez el 23/06/11
No es la primera vez que voy a comentarlo, pero sigue llamando la atención más allá de los Pirineos el paisaje que hemos dejado en el territorio durante estos años. En El despilfarro de las infraestructuras en España, en los medios extranjeros ya destacaba algunos ejemplos de reportajes en diferentes países que cubrían a medio camino entre la indignación y la sorpresa el despilfarro en infraestructuras en nuestro país. No es para menos. El caso de los aeropuertos, por ejemplo, es uno de los grandes clásicos. Dicen que el modelo de desarrollo urbano a base de cemento ya no volverá. Quién sabe. La legislatura municipal no ha hecho más que comenzar.
Igual de inaudito es el problema de las viviendas vacías y los grandes desarrollos urbanísticos que son hoy ciudades fantasma. Ante la caída de la demanda interna, el Gobierno se afana en buscar compradores en el extranjero; hoy mismo parece que está Beatriz Contador tratando de endosar este pasivo a posibles compradores rusos. Hace unas semanas también intentaron atraer al mercado británico, intento que tuvo como respuesta una curiosa y quién sabe si malintencionada campaña de boicot de algunos medios como The Telegraph, que levantaron dudas sobre la estabilidad del sistema de propiedad inmobiliaria en España apelando a la indefensión que sufren muchos británicos propietarios de casas en la cosa y que ven amenazada su propiedad por la Ley de Costas:
Telegraph Expat is launching a campaign in support of the hundreds of thousands of British and other expats who have fallen victim to urban corruption and the confused state of property law in Spain.
Un stock de vivienda difícil de cuantificar, pero muy fácil de visualizar. Darse un paseo por los extrarradios de muchas ciudades es la mejor operación estadística que se puede hacer. O, si no, también sirve un paseo por Google Earth, tal como ha hecho Business Insider en Amazing Satellite Images Of Spanish Ghost Towns — Abandoned Since The Housing Crash. Sólo son unos pocos ejemplos, porque seguro que cada lector podría añadir al menos dos o tres casos que conoce de su territorio más cercano. Jesús Encinar lo hacía hace unas semanas con el caso de Ávila, pero podríamos seguir con el corredor de La Sagra, ese gran espacio de desarrollo urbano que hace unos años vendían como el desarrollo más explosivo de toda Europa, como si aquello fuera a traer algo bueno.
"Hay que recuperar los barrios fantasma", le destacan en una entrevista al nuevo decano del COAM. Seguramente. Pero hará falta algo más. Una economía de guerra -si nos ponemos trágicos- para pensar el urbanismo de la crisis. La legislación urbanística y, sobre todo, la conciencia social e institucional sobre lo que significa el urbanismo, están diseñadas para crecer, un urbanismo que sólo puede ser expansivo. Y esto ya no toca. Toca un enorme proceso de reconversión urbana, una agenda urbana de lo pequeño y barato, un urbanismo adaptativo que nos permita, no sólo no crecer, sino encontrar fórmulas de aprovechamiento de todo este pasivo. No hacer nada, con urgencia, es una buena opción. Ya tenemos suficientes metros cuadrados vacíos y quizá haya que aprovechar el momento para esperar que las cosas empiecen a hacerse de otra manera. No habrá dinero para grandes fiestas. Mejor. Quizá alguno aún crea que grandes proyectos edificatorios que demuestren el esplendor de su ciudad tienen cabida, pero pasó el momento. Mejor. En las ciudades seguirán pasando cosas, seguirá habiendo necesidades y habrá que seguir generando entornos de convivencia, capacidades culturales, vivienda, etc. Pero ahora tocará -quiero pensar- una acción urbana de lo pequeño, una acción urbana adaptativa, un urbanismo táctico mucho más creativo que quizá sea capaz de activar el pasivo que posdemos ver en esas fotos y reportajes que tanto entusiasman ahí fuera.
Manu Fernández es analista urbano en Naider y autor del blog Ciudades a Escala Humana.