jueves, 19 de abril de 2012

UN PLAN PARA UN PAISAJE EXCEPCIONAL



UN PLAN PARA UN PAISAJE EXCEPCIONAL
Ideas para el futuro Plan General de Urbanismo de la villa de Trujillo

Isabela Velazquez Valoria  y Carlos Verdaguer Viana-Cárdenas
Arquitectos urbanistas
Gea21

Acostumbrados como estamos a que el territorio o el paisaje se
presente como el fondo que pone en valor nuestro proyecto de futuro, o
la visión que quiere esbozar nuestro plan urbanístico, perdemos el
valor del paisaje como elemento clave del nuevo urbanismo. La nueva
conceptualización que surge del debate europeo en torno al paisaje y
las circunstancias críticas de nuestro entorno nos llevan a cambiar de
enfoque los temas y a empezar a considerar que no es el paisaje el
fondo, sino la figura de nuestro quehacer y que no debemos hacer un
Plan  en un paisaje, sino que es el paisaje precisamente uno de los
elementos que puede dar mayor valor a nuestro plan.

En un lugar de excelencia cultural, patrimonial, plagado de poderosas
imágenes históricas como es Trujillo, la identidad de esta ciudad se
encuentra indisolublemente ligada a su emplazamiento. 'Una nave sobre
granito', la atalaya o alcazaba sobre piedra, la opción por las
alturas defensivas y controladoras, el batolito pétreo que se impone
en tiempos de dominio y defensa,  una legua de  berrocal en torno al
monumental caserío, los arroyos que se entrelazan en el piedemonte, la
llanura bordada de arbustos y matojos o los extensos pastos ganaderos
son imágenes que dan sentido a las construcciones que van conformando
el sitio de Trujillo. La piedra asoma en las calles, exhibe su fuerza
y emerge entre los edificios.

El paisaje es un patrimonio irrenunciable de los habitantes de esta
ciudad, corresponsables de un patrimonio cultural importante y de un
territorio que suma más de 6 ha por cada habitante de Trujillo, sea de
quien sea la nuda propiedad de estos terrenos.  Es mucha
responsabilidad la que recae en este municipio, relacionada  con la
custodia del espíritu de este lugar, cuando la actividad económica
relacionada con la agricultura y la ganadería sólo ocupa a una minoría
de los vecinos de Trujillo.

Renombrar el paisaje

 El paisaje se considera el primer arte, colectivo y antiguo, que se
construye casi sin pensar, a través de las labores, de los caminos o
de los puentes. Los caminos acarician y tatúan el territorio,  los
ríos lo modelan, la vegetación marca y destaca el relieve… las
infraestructuras entran como cuchillos en este sistema equilibrado. A
menudo las decisiones individuales cercenan este equilibrio construido
siglo a siglo con intervenciones demasiado banales para su provecho:
una nave, un tejado descuidado de chapa, una instalación de energía,
unos carteles de publicidad rompen la imagen de siglos. Con muy poco
dinero y menos precaución, cultura o sensatez se genera fealdad  sin
remordimiento . El círculo de influencia negativa de cualquier pueblo
o ciudad tiene un radio que supera en tres o cuatro veces el radio de
lo construido. No podemos permitirnos más destrucción, más fealdad,
más descuido o ignorancia. Afortunadamente tres cuartas partes del
perímetro de ese circulo de los alrededores de Trujillo permanece
intocado, degradado pero intacto, en el alfoz de Trujillo.


Decía Borges que no le gustaba la Argentina de los años 20 'Argentina
era un territorio insípido, no era ya la pintoresca barbarie y aún no
era la cultura':  En nuestro entorno la barbarie ya casi ha
desaparecido,  la biodiversidad se nos escapa de las manos y nuestra
supervivencia está vinculada a la cultura, a la cultura de verdad, que
no es enemiga de la naturaleza sino todo lo contrario.  Cultura y
natura, civilización y conocimiento suficiente para reinventar una
articulación suave entre el paisaje construido y el paisaje vacío, en
el mejor sentido de la palabra. Los escarpes de Trujillo cobran
sentido sobre el llano bordado que lo pone en valor.  El Partenón de
Atenas se destaca sobre el paisaje escarpado de la Acrópolis, la roca
sagrada,  caliza en la ciudad griega.  Por tanto, ya no es tiempo de
despilfarrar naturaleza, sino de edificar cultura con la naturaleza.
En el caso de Trujillo, en concreto, el reto más inminente sería
valorar los perfiles del pueblo, y la cornisa por un lado y la llanura
que lo pone en valor por otro.  El perfil y el emplazamiento del alto
Trujillo nos recuerdan a una Alhambra sin Albarracín desde el que
contemplarla .

Las herramientas del urbanismo son pobres y simplificadoras. Hasta
hace poco hablábamos de suelo urbanizable y no urbanizable. Nombrar un
espacio por la negación revela el aprecio que, hasta el momento, ha
recibido el lugar de la no construcción. Decepcionante manera de
nombrar un territorio que se caracteriza no sólo por la complejidad y
la diversidad, sino porque esa complejidad es cambiante, con hitos que
expresan la estructura del territorio, con mosaicos de cultivos,
alternancias, y colores estacionales, travesía de ríos y arroyos,
contraste  de abruptos riscos y  lomas.  Lo primero sería renombrar:
o, como dice Platón, revelar los nombres de las cosas que están en
ellas pero a menudo no conocemos.

En estos momentos tendemos a afinar un poco más, intentando
identificar las distintas vocaciones o valoraciones de aquellos
territorios que destacan dentro del no urbanizable, o rústico, con una
adjetivación que sigue dejando traslucir el poco aprecio que, desde la
lógica de la plusvalía inmobiliaria, tienen estos baldíos, suelo
vacante o vacíos. La valoración se hace desde la estandarización: las
áreas homogéneas por paisaje visual, por valor ambiental o por
funcionalidad remanente agrícola o ganadera. No importa, el paisaje se
empezó a proteger por las más diversas razones; en Dinamarca fue la
ley de Bosques, en la Sierra Norte de Madrid por la protección del
agua como recurso de la capital y en muchos parques actuales ha sido
la importancia estratégica militar el que ha preservado su estructura.
Otras veces han sido los reyes con su afición a la caza los
responsables de la conservación de territorios de excepción.

Vale la pena recordar que Felipe II confiaba la gestión de sus obras
públicas, así como las  numerosas fundaciones y construcciones que
emprendía a una 'Junta de Obras y Bosques', Bonito título
administrativo que refleja un  sabio enfoque.  El propio nombre
traduce el respeto por la naturaleza implícito en la construcción de
la obra. Sensatez esclarecedora que entronca con nuestra actual
sensibilidad hacia el medio ambiente. La  Casa de Campo de Madrid,
Aranjuez, Sintra, Aceca, El Pardo, Valsaín, Vaciamadrid o El Escorial
son la muestra de esta pasión constructora de un amante de la
naturaleza que mediante ordenanzas y construcciones, paseos y huertas,
consigue una ordenación territorial que protege y enfatiza los
parajes.

Por otra parte, en el último siglo las transformaciones son tan
rápidas, la pérdida de referencias está  tan estrechamente ligada a
una dinámica de transformación acelerada de lo urbano y del territorio
que ha entrado en crisis el carácter de permanencia intrínseco a la
idea tradicional de paisaje. Esta sensación de pérdida de imágenes
conocidas se produce tanto a nivel individual como colectivo y se
experimenta en plazos de tiempos percibidos como muy cortos. Así pues,
la transformación del concepto de paisaje, convertido cada vez más en
un gran cajón de sastre, viene indisolublemente unida al cambio en la
percepción cotidiana del tiempo acaecido a lo largo del pasado siglo.
No podemos continuar empobreciendo un territorio que pierde su
fisionomía ante los embates de una banalidad uniforme y desprovista de
referencias. No debería ser factible sustituir el orden de una lógica
interna del territorio por la imagen banal y estereotipada que
acompaña a pueblos y ciudades, en las entradas, los alrededores, los
accesos…el no-paisaje que acompaña nuestros lugares de vida,
parafraseando a los no-lugares de Marc Augé,

Esta idea del paisaje como elemento en transformación acelerada (el
paisaje, como la energía, no se crea ni se destruye, sólo se
transforma), se vincula además con la idea motora de esta reflexión:
el nuevo papel de las periferias urbanas, que han pasado a convertirse
también, en sentido inverso, en periferias del hinterland, del
territorio circundante, adquiriendo un protagonismo en la
configuración del territorio. El concepto de zwischenstadt
(intermediate city o inter.-ciudad), acuñado por Thomas Sieverts, es
útil para describir este nuevo paisaje territorial que se extiende
entre los núcleos urbanos consolidados .  En palabras del catedrático
de Urbanismo Jose Fariña, donde antes había naturaleza con 'quistes
urbanos`, hay ahora territorio mayoritariamente antropizado con
'quistes de naturaleza'.

Es necesario redefinir el concepto de paisaje, reequilibrando el peso
entre sus componentes subjetivas, ligadas a la percepción, y
objetivas, derivadas del análisis sobre todo desde los vectores de la
ecología y la economía, con el fin de incrementar su potencia como
concepto para hacer frente a los nuevos retos y transformaciones, sin
renunciar tampoco al potencial creativo de la incertidumbre como base
para el cambio frente a los nuevos retos. Subjetivo y fuente de
emociones e identidades, objetivo y base de la vida o de la
biodiversidad, un arte cautivo en cualquier caso al que no nos podemos
sustraer y que sí podemos convertir en valor, en atracción, en imagen
que sitúe a Trujillo en el mapa mental de visitantes y turistas.

Dentro de este esfuerzo de redefinición y reequilibrio, hay que
recuperar la idea de que el paisaje no es una emoción únicamente
visual, ligada al concepto tradicional y estático de paisaje entendido
como foto fija, sino que debería incorporar en el ámbito perceptivo,
la importancia debida a los demás sentidos: el oído, el olfato, el
tacto, y  en suma,  a la vivencia y a la experiencia sensorial en toda
su complejidad, de modo que el cuerpo (entendido como cuerpo-mente)
ocupe el lugar que le corresponde en la experiencia y la vivencia.

Una cartografía de la identidad

Por tanto, para que el paisaje sirva al Plan, y el Plan se nutra del
paisaje, en un  momento de impasse en que otras pasiones exageradas de
la planificación están anestesiadas por la crisis, habría que
introducir entre las tareas de este planeamiento la de identificar el
paisaje de Trujillo, el territorio que está indisolublemente ligado a
la identidad de la ciudad. Paisaje en todos sus elementos, desde los
riscos al  piedemonte, el cantil y el berrocal, los ríos como ejes y
arterias de la biodiversidad o los pastos y dehesas a su merced.

Identificar el paisaje en sus hitos y sus cuencas visuales, pero
también en sus itinerarios, en las áreas de disfrute, de descanso, de
recreo, de esparcimiento que podrían ampliar el atractivo de la villa
para sus visitantes y la calidad de vida para sus moradores. Se trata
de que se aprecie con la vista y con el paseo, de que se disfrute el
agua, la sombra y la solana, la brisa y el resguardo .

En los países centroeuropeos: Suiza, Alemania, Austria, la imagen de
una ciudad es un tesoro, allí donde no se ha destruido. Existe según
explica el  experto  co-redactor del Convenio Europeo del Paisaje
Florencio Zoido,  un 'Inventario Suizo de Asentamientos Urbanos Dignos
de Protección' ISOS , con 5.800 lugares inventariados, que, por
ejemplo, recoge en uno de sus artículos la responsabilidad del Estado
en cuanto a la protección de paisajes, emplazamientos y lugares
históricos, monumentos naturales y culturales,  preservándolos sin
alterar sus formas por el interés público' Es un inventario
consultivo, que ha sido recogido por la Ley Federal de Conservación de
la Naturaleza y por algunas leyes regionales de los cantones.  Se
centra en registrar lugares, conjuntos en relación a su territorio, no
elementos aislados o monumentos puntuales. Se considera un lugar
destacable por la relación con su paisaje y el entorno que le rodea.
No sólo ayuda a hacer visibles estos lugares y sensibilizar a  la
población sobre su interés, sino que proporciona criterios y consejos
sobre como gestionarlos o intervenir en ellos si fuera necesario.
Pueden ser lugares testimonio de una forma de vida determinada.

¿No se podría completar el Catálogo de protección de los edificios
históricos con los elementos patrimoniales o naturales del paisaje, un
monumento rocoso, un manantial, una fuente o un lavadero, la ermita y
el árbol sagrado, o el perfil de la ciudad ?. Una imagen consolidada
es más difícil de destruir que una imagen borrosa. ¿Se podría
incorporar una cartografía situada, asumida y sentida por  los
ciudadanos a los elementos de valor arquitectónico que el Plan tiende
a respetar? ¿Nos atreveríamos a coleccionar un compendio de 'genius
loci', de lugares excepcionales, de sitios que comunican algo a la
gente de Trujillo? Y para ello, qué mejor idea que incorporar a la
gente a  esa cartografía, dentro del proceso de participación del
planeamiento que comienza. La metodología elaborada en el marco del
Convenio Europeo del Paisaje y conocida como 'mapas de paisaje' sería
un excelente complemento a la elaboración del Plan General, si se
elaborara simultáneamente a la redacción del planeamiento, y se
integraran sus criterios e ideas fuerza en el documento urbanístico.

Las expectativas sobre el territorio, la hibridación de un espacio
completamente vacío en el que palpita la posibilidad de que sea
inoculado con el virus de la especulación, sólo admite vacunas
eficaces. A menudo el paisaje es la expresión de los intereses
contrapuestos del propietario frente al visitante, del agricultor
frente al naturalista. Las intervenciones sobre el paisaje deben
incorporar la viabilidad económica de  lo propuesto. Pero el juego
debe basarse en el respeto de lo importante, incluso sacrificando
alguna pieza menor para salvar a la reina, no todo se puede hacer en
todas partes.

El paisaje como construcción colectiva

En ese sentido, vuelve a aparecer la apropiación real del territorio
que debería protegerse:  recuperar la red de caminos y callejas,
unirla con la red de calles y plazas, con los nodos de la vida en la
ciudad, señalizar, poner fotos de los que se puede descubrir si se
sigue ese camino, explicar, atraer, seducir a propios y extraños. El
Anillo Verde de Vitoria comenzó a existir en tanto que huella de los
cientos de personas, mayores en su mayoría, que lo recorren día a día.
En Luxemburgo, arriscado como Trujillo, los caminos suben y bajan de
la atalaya a las huertas públicas, enseñando geología a los caminantes
y proporcionando un huerto a sus inmigrantes sin recursos. El
territorio que se quiere proteger debe ser paseable, respirable,
generador de emociones, referencial… Es esencial entender y potenciar
la relación de las personas con el territorio y  explorar herramientas
basadas en los dispositivos relacionales, la exploración, el enfoque
nómada y la dimensión experiencial, uniendo acción, investigación e
intervención proyectual.

El objetivo sería la apropiación cultural y social de ese espacio
indefinido por el momento. Y la primera iniciativa es nombrarlo. La
segunda despertar interés suficiente por el lugar. Y la tercera
revivir la capacidad de conexión de personas y lugares, incluso de
productos agrícolas y paisajes o de ganado y pastizales.  Y traducirlo
en compromiso, custodia, vigilancia. 'Es en nosotros donde el paisaje
tiene paisaje' en palabras de Pessoa.

El paisaje se construye colectivamente en la realidad y en el
imaginario a través de la compleja red de interrelaciones horizontales
entre los ciudadanos y, por tanto, sólo contando con la implicación
activa de los mismos es posible canalizar las transformaciones del
paisaje en un sentido positivo. En cualquier caso, la conclusión es
unánime de que la defensa de los valores de un territorio sólo es
posible si existe una implicación directa de la comunidad en la misma,
pero es preciso crear formas de consolidación de los mecanismos de
participación social. Desde las administraciones se deben apoyar los
mecanismos de autoorganización social,  articulando mecanismos de
participación pública que permitan a los ciudadanos sentirse
corresponsables de los procesos de transformación del paisaje a todas
las escalas.

Un último vector, importantísimo, es el que incorpora las ideas de
biodiversidad, ecosistema, equilibrio y límites como factores de
interpretación de las dinámicas del paisaje, entendiendo el paisaje
urbano en continuidad con el 'natural' y favoreciendo  la vuelta de la
naturaleza al pueblo que rompa la pétrea arterioesclerosis que va
afectando a nuestros pueblos y ciudades con la edad. Cada vez más
colmatado, menos verde, menos, vivo, menos sano .  No es el caso de la
parte alta de Trujillo, donde árboles y trepadoras asoman sobre las
vallas de piedra y en las esquinas surge el contrapunto verde de la
horizontalidad de los muros. El objetivo es incrementar no sólo la
diversidad, sino el grado de complejidad, medida en términos de
información, dentro del sistema urbano, estableciendo indicadores
cuantitativos para la evaluación: es necesario articular herramientas
que permitan cuantificar y demostrar que es posible otro paisaje
urbano.  Los valores naturales, desde esta perspectiva, se entienden
como íntimamente ligados a la dimensión socio-cultural.

En un lugar de Extremadura

En un lugar como Trujillo, podría pensarse en incorporar a los
documentos del Plan urbanístico alguna  ordenanza del paisaje similar
a las que existen en Madrid, Barcelona, o Las Palmas… Unas ordenanzas
o un diseño urbano que incorporaran elementos para hacer accesible a
la población el paisaje, como miradores u observatorios de uso público
en los puntos en que mejor se divise el panorama del piedemonte
trujillano.

Otras herramientas son la declaración de Bien de Interés Cultural o la
calificación de Parque Cultural, figuras que aúnan territorio y
núcleo, en un conjunto integrado que ponga en valor la nota como el
silencio. La protección del ámbito contribuiría a  que se produjera
una lectura y entendimiento del lugar, desde su importancia como
espacio natural, cultural e histórico.

En este sentido, los ejemplos de Umbria y  la Toscana en Italia,
pueden servir como referencia de un modelo de desarrollo basado
esencialmente en la identidad y la belleza de un paisaje y donde el
paisaje, que es un recurso para el desarrollo y no tanto un bien a
preservar, se configura como garantía de calidad de otros elementos,
relacionados por ejemplo con la  agricultura o la artesanía. En
contraposición con este modelo, basado en referentes culturales o
naturales complejos, se hizo mención también a aquel otro, más simple,
basado en el atractivo global y relacionado con los paisajes creados
ex novo, al que el turista acude a la busca de valores normalizados y
deslocalizados.

No parece que la escala de Trujillo aconseje, aunque bien pudiera ser
de utilidad, incorporar un Plan Especial de medio Físico o natural al
municipio no construido.  Las ventajas de una figura de protección de
este tipo serían la preservación de este territorio evitando
instalaciones relacionadas con la producción de energía, residuos, o
instalaciones deportivas o de ocio, a menudo de impacto aún mayor que
las económicas.

Si estuviéramos en un mundo algo más racional, en un entorno como
Trujillo, sin presión inmobiliaria, la lógica de una ley del suelo
concebida desde la sostenibilidad y la protección del paisaje, se
plantearía la necesidad de que se invirtiese la prueba de carga de la
urbanización: sería la necesidad de urbanizar la que requeriría ser
justificada y no al contrario, como ocurre ahora. Una primera visión
de la ciudad que se pretende estructurar a través del Plan se podría
basar en un pacto social para no extender lo construido más allá de lo
necesario, o evitar crecer a saltos o en mancha de aceite como tantas
veces ha ocurrido.

La idea de recualificación, es decir,  de creación de nuevos valores
paisajísticos en  aquellas partes del territorio especialmente
afectadas por los procesos de degradación,  adquiere particular
importancia. Se trata de partir de las preexistencias, buscando una
lógica basada en ellas, y usar el paisaje que se crea de nuevo a
través de proyectos concretos como elemento generador o potenciador de
identidad, como forma de valorar las aquellas porciones del territorio
afectadas, por ejemplo, por grandes procesos extractivos o
productivos.



Madrid, 22 de Noviembre de 2011


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